lunes, 24 de abril de 2017

La Personificación del Despertar


Muy a menudo, la iluminación ocurre en la mente como un reconocimiento de la verdad absoluta de la vacuidad en la que un "yo" separado no existe. Si bien esta realización es, sin duda, una experiencia profundamente transformadora, vivir esta verdad es con frecuencia mucho más que un desafío. El despertar en sí es simple. Por supuesto, desde el punto de vista del ego no es tan simple porque el ego, siendo dependiente del tiempo, tiene un interés en la iluminación como una meta futura. Pero una vez que la mente se reconoce a sí misma como vacuidad radiante, entonces el despertar es absolutamente natural y sin esfuerzo. Es tan inevitable como el florecimiento del brote de una flor.

Pero el despertar es sólo el principio: la personificación de este despertar es el verdadero viaje. Comienza la aventura, no en la atmósfera enrarecida de la trascendencia, sino en medio del caos de la vida. Y vivir la verdad del despertar tal vez nunca ha sido más imperativo que en el mundo rápidamente cambiante de hoy. La mayoría de nosotros vivimos vidas complejas y multifacéticas con trabajos, carreras, responsabilidades financieras, relaciones y familias. Muchos de nosotros también estamos tratando de perseguir nuestros sueños, vivir nuestro potencial más elevado, y hacer una contribución al mundo. Al mismo tiempo, somos cada vez más conscientes de que más de la mitad de la población del planeta vive en la pobreza extrema y en circunstancias terribles. De alguna manera, todo esto tiene que ser incluido en nuestro despertar.

Si el despertar va a servir para algún propósito real en nuestras vidas, es necesario encontrar nuevas formas de expresión a través de nuestras interacciones cotidianas. Y si este despertar va a servir para algún propósito en el marco más global de dar a luz a una nueva humanidad, es necesario comprometernos plenamente con el impulso evolutivo de la existencia. La iluminación ya no es un secreto reservado a los místicos, ni un lujo permitido sólo por occidentales privilegiados que buscan convertirse en "más espirituales": es una necesidad si queremos sobrevivir y prosperar.

Si la iluminación ha de ser de alguna utilidad, tiene que bajar de la cima de la montaña y ensuciarse las manos en la plaza del mercado de los asuntos humanos. Es un abrazo sin compromiso tanto de las olas de la expresión fenoménica como del océano de la quietud interior que nos lleva en profunda intimidad con la fuerza creativa de la vida. Esta profunda intimidad no significa que te vas a perder en la historia del mundo, sino que estás dispuesto a hacer frente incondicionalmente al mundo sin una historia. El místico iluminado Osho llamó a esto "convertirse en Zorba el Buda": en otras palabras, el nuevo ser humano evolutivo es alguien que está anclado por completo dentro de la luz de la naturaleza despierta y sin embargo apasionadamente comprometido con la jugosidad agridulce de la existencia terrenal. Sí, la verdad es que "yo no soy mi cuerpo", pero mi experiencia me dice que mi cuerpo está aquí y que la consciencia se mueve a través de él cada vez que camino o corro o salto. Sí, la verdad es que "no hay yo": pero ¿cómo respondo cuando me llamas por mi nombre? Sí, la verdad es que "yo no existo y tú tampoco": pero ¿no es cierto que es importante si te veo y escucho con sinceridad en vez de juzgarte? ¿Y no es esto lo que llamamos relación?


Arraigados en la quietud de nuestro ser-naturaleza, ¿qué tiene de poco espiritual abrirse al movimiento de nuestro viaje de la vida? El despertar auténtico no es estático: es una conciencia nueva momento a momento de lo que se está desplegando dentro de nuestra experiencia directa. Y lo que se está desplegando para muchos de nosotros, dentro de la cultura contemporánea a un ritmo exponencial, es una creciente complejidad, interconectividad y creatividad. Hoy tenemos la oportunidad de que se convierta en mucho más que las anteriores generaciones nunca habían soñado: para la mayoría de nosotros, hay más recursos, más tecnologías, más información y más sabiduría a nuestra disposición. ¿Qué tiene de poco espiritual abrirnos al abrazo de este movimiento evolutivo de nuestro devenir?

El despertar auténtico es radical. No se trata de una "práctica espiritual". No es algo que hacemos durante 20 minutos dos veces al día y luego ponemos una señal en nuestra "lista de tareas". Es un trabajo de 24 horas al día, 365 días al año lo que nos llama a ser implacablemente honestos. O enfrentas la vida conscientemente ―es decir, despierto a tu verdadera naturaleza― o te pierdes en el sueño. No hay término medio: no se puede ser semi-consciente, no puedes hacer frente a la vida conscientemente cuando te parece bien o cuando las cosas ocurren a tu manera, pero luego te pierdes en la historia cuando todo va mal o es doloroso. Sin embargo puedes ser consciente de lo que es todavía inconsciente en ti. Este propósito de vigilancia es el fertilizante para un despertar más profundo.

Si el despertar ha de completarse en ti ―si ha de ser un despertar radical― debe convertirse en algo vivo en cada célula de tu ser ― tu esei-dad debe cantar y bailar con el descubrimiento de su luz-esencia. Cuando esta luz se filtra fuera de la mente hacia el corazón y más allá hacia la densidad de la forma física, hay una purificación de todo lo que aún no está viviendo la verdad de este despertar. Aquí es donde la cosa se complica. Aquí es donde el antiguo movimiento del ego quiere reclamar la propiedad de la luz, donde quiere aferrarse a una imagen del despertar como una experiencia trascendente o positiva o dichosa o sin fin. La purificación significa que todo lo que es inconsciente en ti debe ser echado al fuego del despertar para ser transformado. Aquí es donde la confusión, la duda y el miedo aparecen: "Seguramente si estuviera iluminado, no debería tener estos pensamientos no iluminados o estos sentimientos dolorosos". Es en este punto donde hay un peligro de re-identificación con la historia de tu vida. Y es precisamente aquí que la invitación a la más grande aventura te tiende la mano. Aquí mismo, en este momento ―y en cada momento que se despliega, ya sea un momento iluminado o no― se te invita a descansar más profundamente dentro del Uno que se expresa a sí mismo como todo: se te invita a que estés dispuesto a abrirte al divino misterio y al desorden de lo que llamamos la experiencia humana.

Si eliges inequívocamente aceptar esta invitación ―recuerda que no hay término medio― tu vida ya no será tu propia vida sino que estará al servicio de esta invitación. Si eres radicalmente sincero en tu entrega al despertar, la luz de tu ser más interno acudirá rápidamente a hacer frente a tu expresión más externa y todo lo que se interponga en el camino de esta verdad será desmantelado. En algunas personas, esto ocurre como un río serpenteante que suave pero persistentemente llega a su destino. En otras, esto ocurre como un maremoto que destruye cualquier cosa frágil o débil en su camino. De cualquier manera, si el trabajo de demolición es minucioso, un increíble silencio emanará de tu centro y reverberará a través de tu entorno, tu comunidad, tu cultura y tu mundo. Este silencio es tu verdadero poder porque es inseparable del centro silencioso de la creación. Es lo mismo que la luz de Dios.

La personificación de esta luz es el comienzo de una vida auténtica y tiene el poder de dar a luz a un nuevo mundo.


http://www.advaitainfo.com/articulos/personificacion-del-despertar.html

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