miércoles, 24 de agosto de 2016

“¿Preferimos ser meros juguetes del destino o colaborar activamente con el mismo?”


Si no conocemos nuestro Inconsciente, forzosamente estaremos a merced de poderosas corrientes que parecerán venir desde fuera, sin control alguno, y que llamaremos destino.

El trabajo con el Inconsciente es alquímico y tiene como objetivo ascender en nuestro nivel de Consciencia.

En este viaje interior, igual que en los mitos y en los cuentos de hadas, poderosas fuerzas se convierten en nuestros aliados o todo lo contrario, en potenciales enemigos que pueden obstaculizar nuestro camino y entonces nuestra tarea será vencerlos transformándolos en nuestros aliados.

Nos toca descubrir cuáles son las fuerzas a nuestro favor y cuáles jugarán en nuestra contra en nuestro propio y personal Viaje del Héroe. Una vez que escuchemos la narración de nuestro propio mito interior, será más fácil guiar al Héroe/Heroína que somos.

Parece ser que el Inconsciente está formado por varias capas. La más superficial es la de nuestro Inconsciente personal. Le sigue el Inconsciente personal profundo (aquí encontramos el complejo de la sombra y en general los recuerdos traumáticos reprimidos, tanto biológicos, como perinatales y kármicos). 

A continuación el Inconsciente Ancestral (el cúmulo de memorias emocionales de la familia). Esta capa del Inconsciente es muy importante ya que representa una transición entre el Inconsciente personal y el Colectivo.

El Inconsciente Colectivo (la memoria racial y en general, colectiva, de toda la humanidad) es a la vez la capa más profunda y también la más vasta de nuestro Inconsciente. 

¿Es posible la comunicación telepática con los animales?


Quienes compartimos nuestras vidas con animales no humanos y sabemos del amor y apoyo que nos dan, muchas veces hemos intuido que “están a punto de hablar”, incluso estamos seguros que nos han “dicho” algo. Y en realidad lo hacen, de un modo distinto a nuestra comunicación verbal transmiten emociones, ideas, cosas que quieren o necesitan que sepamos. Sin embargo, entrenados en la falsa idea de que esto es imposible, tendemos a ignorarlos. La comunicación telepática permite abrir este vínculo de nuevo.

Todos los animales -domésticos o silvestres- pueden comunicarse telepáticamente con nosotros y entre ellos. Caballos, peces, perros, gatos, mosquitos, gallinas, ballenas, cocodrilos, serpientes, arañas, pulgas, pájaros, delfines, vacas, lombrices, anémonas, lagartijas, patos, escorpiones, zebras, o cerdos…etc. Todos ellos (y nosotros incluidos) poseemos la capacidad innata de comunicarnos telepáticamente.

Telepatía significa “percibir a distancia”. Es una transferencia de sensaciones físicas, emociones, sonidos, formas, imágenes mentales o una sensación de “simplemente saberlo” que emite el animal con el que me comunico. Ésta comunicación no está mediada por un lenguaje simbólico (en palabras) y por ello permite un conocimiento de primera mano, sin dobles interpretaciones, vaguedad o mentira.

Yo lo llamaría el lenguaje del Ser, pues en mi experiencia lo que vivo es el Ser del otro: un conjunto multidimensional de información que llega de manera instantánea. A partir de ese conocimiento traduzco/interpreto para los humanos interesados un mensaje lineal, verbal, al que estamos más acostumbrados.

Los resultados de la comunicación telepática con animales son tan variados como lo que produce entre los humanos una buena charla con un amigo, alguien que realmente nos escucha y que nos apoya con su presencia, y es sin duda una puerta ancha a la aventura de vivir con una conciencia despierta.

La comunicación telepática con animales desde la antigüedad



Las culturas antiguas están llenas de historias de chamanes que son capaces de acceder a las mentes de los animales para comunicarse con ellos. Podrían usar los ojos de un águila para poder ver a lo largo y ancho o tal vez podrían acceder a las mentes de criaturas centenarias para conocer eventos del pasado. Esto es posible debido a que los pueblos indígenas de todo el mundo se consideran a sí mismos como parte de “una red viviente”.

Esta red incluye vías energéticas sutiles que permiten los intercambios de energías intuitivas y psíquicas. Además, estas energías están compuestas por nuestro campo áurico y vías energéticas sutiles conocidos como meridianos, así como las líneas Ley de la Tierra, una parte de todos nosotros y de la que formamos parte.

martes, 23 de agosto de 2016

“Pepitas de oro”


“Cada mañana, desde la aurora, el Sol proyecta por el espacio una profusión de pepitas de oro; y con estas pepitas de oro podemos llenar nuestro espíritu, nuestra alma, nuestro intelecto, nuestro corazón y también nuestro cuerpo físico. 

Todo nuestro organismo puede beneficiarse de este oro, desde el cerebro hasta los pies.

Existen diferentes clases de luz.

La que más necesita nuestro sistema nervioso y todo nuestro organismo es la luz que nos envía el Sol antes de su salida. 

Ésta es la luz más sutil, la más espiritual y actúa sobre nuestros cuerpos psíquicos. 

Por eso, si sabemos cómo mirar al Sol, algo se abre en nuestro plexo solar y empezamos a beber la luz. 

Es como un depósito que se llena de una quintaesencia preciosa. 

Si no te gustan los efectos, no provoques las causas


quieres que te escuche, no me grites. Si buscas mi respeto, primero, trátame con consideración. Porque si no te gustan los efectos no debes provocar las causas, y aunque no lo creas, a menudo, lo que uno siembra es lo que más tarde cosecha.
Es muy posible que estas ideas nos recuerden un poco a esa visión conductista donde todo estímulo trae una asociada una consecuencia. No hace falta llegar a tal determinismo, pero en cierto modo,todos disponemos en nuestro interior de un sutil equilibrio, donde cualquier variación ocasiona una reacción. 


Las personas podemos creer o no en las casualidades. Dejar espacio a lo imprevisto, a lo improbable y a lo mágico siempre reconforta al corazón. Sin embargo, es necesario asumir que las “causalidades” existen y nos determinan en muchos casos.
Puesto que la vida es un aprendizaje continuo debemos permitirnos ser humildes alumnos para entender que una acción, siempre trae asociada una consecuencia. Que las palabras tienen el poder de herir o sanar. Que un pensamiento genera un tipo de emoción y esta, a su vez, puede ayudarnos a ver el mundo de un modo u otro.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
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El peso de los efectos o la ley de la consecuencia

Las personas tenemos un conocimiento básico y elemental sobre la relación entre ciertas causas y sus efectos. El mundo de las máquinas y de la ingeniería, por ejemplo, nos proporciona sin duda un aprendizaje muy ilustrativo sobre el tema, aunque en realidad, nada profundo. Si yo oprimo este botón mi ordenador se encenderá, si aprieto el freno de mi coche, este me salvará de muchos accidentes.
Ahora bien, el comportamiento del ser humano es mucho más complejo. No tenemos botones ni aún menos libros de instrucciones. De hecho, a veces, incluso interactuando de igual modo con dos personas los efectos son muy diferentes. Las personas somos tan maravillosas como complicadas, disponemos de una delicada amalgama de emociones, afectos y valores que crean variadas reacciones ante unos mismos estímulos.
Por otra parte, la llamada “ley de causas y efectos” o de consecuencias nos enseña pilares muy básicos sobre el mundo de las relaciones humanas, que merece la pena tener en cuenta:
  • Cada acción, pensamiento o intención es como un boomerang. Tarde o temprano ese comportamiento, esa palabra lanzada al azar sobre alguien, vuelve sobre nosotros con un efecto determinado. Hay que tenerlo en cuenta.
  • Lo que hoy estamos sufriendo, lo que hoy nos aferra en este complejo presente, se vincula con una causa que debemos buscar en nuestro pasado.
  • Ahora bien, lejos de ver todo esto como un especie de determinismo implícito, debemos asumirlo como lo que es. Somos criaturas libres y poderosas capaces de elegir qué hacer, qué decir y qué pensar en cada momento.

¿Cómo Evitamos que Surja la Negatividad?. Eckhart Tolle.


¿No podría una emoción negativa contener también un mensaje importante? Por ejemplo, si a menudo me siento deprimido, puede ser una señal de que algo anda mal en mi vida y puede forzarme a mirar mi situación vital y hacer algunos cambios. Así que necesito escuchar lo que la emoción me está diciendo y no rechazarla simplemente como negativa.

Sí, las emociones negativas recurrentes a menudo contienen un mensaje, lo mismo que las enfermedades. Pero cualquier cambio que usted haga, sea que tenga que ver con su trabajo, con sus relaciones o con lo que lo rodea, es en últimas sólo cosmético a menos que surja de un cambio en su nivel de conciencia. Y en cuanto a esto, sólo puede significar una cosa: volverse más presente. Cuando usted ha alcanzado cierto nivel de presencia, no necesita la negatividad para decirle lo que es necesario en su situación vital. Pero mientras la negatividad esté ahí, úsela. Úsela como una especie de señal que le recuerde estar más presente.

– ¿Cómo evitamos que surja la negatividad y cómo nos libramos de ella cuando aparece?
Como dije, evite que surja estando completamente presente. Pero no se desanime. Hay aún pocas personas en el planeta que pueden mantener un estado de presencia continua, aunque algunos están cerca de ello.Pronto, creo, habrá muchos más.
Siempre que se dé cuenta de que ha surgido alguna forma de negatividad en usted, mírela no como un fracaso sino como una señal útil que le dice: “Despierta. Sal de la mente. Vive el presente”.

Hay una novela de Aldous Huxley titulada La Isla, escrita en sus últimos años, cuando se interesó mucho en las enseñanzas espirituales. Cuenta la historia de un náufrago en una isla remota separada del resto del mundo. Esta isla contiene una civilización única. Lo inusual de ella es que sus habitantes, al contrario de los del resto del mundo, son realmente cuerdos. La primera cosa que el hombre nota son unos papagayos coloridos encaramados en los árboles, que continuamente cotorrean las palabras “Atención. Aquí y Ahora. Atención. Aquí y Ahora”. Luego nos enteramos de que los isleños les han enseñado estas palabras para que les recuerden constantemente mantenerse presentes.

Así que siempre que sienta la negatividad surgiendo en usted, causada por un factor externo, por un pensamiento o por nada en particular de lo que sea consciente, véala como una voz que le dice “Atención. Aquí y Ahora. Despierta”. Incluso la más leve irritación es significativa y debe ser reconocida y observada; en caso contrario, habrá una acumulación de reacciones no observadas. Como dije antes, usted puede ser capaz de soltarla una vez se dé cuenta de que no quiere tener este campo de energía dentro de usted y de que no sirve para nada. Pero entonces asegúrese de que la suelta completamente. Si no puede hacerlo, acepte que está ahí y ponga su atención en ese sentimiento, como señalé anteriormente.

Como alternativa a abandonar una reacción negativa, puede hacerla desaparecer imaginando que usted se hace transparente a la causa externa de la reacción. Le recomiendo que practique esto al principio con cosas pequeñas, incluso triviales. Digamos que está sentado tranquilamente en casa. De repente se oye el sonido penetrante de la alarma de un auto al otro lado de la calle. Surge la irritación. ¿Qué sentido tiene la irritación? Ninguno en absoluto. ¿Por qué la creó usted? No lo hizo, fue la mente. Fue totalmente automático, totalmente inconsciente. ¿Por qué la creó la mente? Porque tiene la creencia inconsciente de que su resistencia, que usted experimenta como negatividad o infelicidad de alguna forma, disolverá en alguna medida la condición indeseable. Esto, por supuesto, es un engaño. La resistencia que crea, la irritación o ira en este caso, es mucho más perturbadora que la causa original que está tratando de disolver.

Todo esto puede transformarse en práctica espiritual. Siéntase a sí mismo volviéndose transparente, como quien dice, sin la solidez de un cuerpo material. Ahora permita que el sonido, o lo que sea que cause la reacción negativa, pase a través de usted. Ya no golpeará una “pared” sólida dentro de usted. Como dije, practique con cosas pequeñas primero. La alarma del auto, el perro que ladra, los niños que gritan, la congestión de tráfico. En lugar de tener un muro de resistencia dentro de usted que es golpeado constante y dolorosamente por las cosas que “no deberían estar sucediendo”, deje que todo pase a través de usted.

Alguien le dice algo indelicado o con la intención de molestarlo. En lugar de tener una reacción negativa inconsciente, como ataque, defensa o repliegue, permita que pase a través de usted. No ofrezca resistencia. Es como si ya no hubiera nadie ahí que pudiera ser herido. Eso es el perdón.En esa forma, usted se vuelve invulnerable. Usted puede decirle a esa persona de todos modos que su conducta es inaceptable, si eso es lo que escoge hacer. Pero esa persona ya no tiene el poder de controlar su estado interior. Usted está entonces en su propio poder, no en el de la otra persona, y tampoco está gobernado por su mente. Se trate de una alarma de auto, una persona descortés, una inundación, un terremoto o la pérdida de todas sus posesiones, el mecanismo de resistencia es el mismo.

– He practicado la meditación, he ido a talleres, he leído muchos libros sobre espiritualidad, intento estar en un estado de no resistencia, pero si usted me pregunta si he encontrado paz interior verdadera y duradera, honestamente debo contestar que no. ¿Por qué no la he encontrado? ¿Qué más puedo hacer?

lunes, 22 de agosto de 2016

“Naturalidad, sencillez”


“El discípulo de una enseñanza espiritual debe evitar las trampas de la vanidad, así como las de una falsa humildad que es, en realidad, otra forma de vanidad.

El verdadero espiritualista se manifiesta siempre con naturalidad, con sencillez. 

No tiene que llamar la atención con un comportamiento especial y unos aires misteriosos o inspirados. 

Diréis: «Pero, entonces, ¿no debemos mostrar en qué sentido trabajamos?» No, justamente no, porque no hay nada que mostrar. 

En aquél que trata de adquirir las verdaderas riquezas espirituales, estas riquezas acabarán revelándose. 

Puesto que ha emprendido un trabajo sobre sí mismo, poco a poco los rasgos de su cara, su porte, sus gestos, se expresarán en su favor. 

Lo que te molesta de otros seres, es lo que debes resolver en ti


Todo lo que te molesta de otros seres, es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo. Buda

Cuando Buda expresa esta afirmación está afirmación quiere hacer un llamado de atención a cada uno de nosotros en cuanto a la aceptación, el rechazo, la resistencia y la resolución.

Todos tenemos una cantidad considerable de asuntos internos que resolver, cada uno de nosotros debe utilizar como recurso la observación propia ante los diferentes estímulos a los que estamos expuesto. Debemos llegar a nuestro ser.

Para ello debemos prestar especial atención a aquello que nos hace reaccionar, que nos mueve emocionalmente, considerando que hay algo en nosotros que estamos proyectando en nuestro exterior y se manifiesta justamente para hacernos ver, bien sea aspectos nuestros que debemos mejorar o sencillamente aceptar.


Cuando es positivo lo que nos llama la atención, estamos potenciando nuestros aspectos de luz a través de la proyección de nuestro interior en nuestro mundo.

No se quiere decir que cuando por ejemplo nos incomoda un acto criminal, es porque nuestro lado oscuro tenga que ver con ese tipo de procederes, significa que no llegamos a aceptarlo, que lo rechazamos, que lo negamos y eso responde justamente a una falta de comprensión y amor incondicional.

Para llegar a aceptar se debe ser muy compasivo, se debe entender las causas, las raíces, los orígenes de toda situación que ha llegado a desembocar en un determinado acto. Sin juzgar, solo mirando compasivamente a otra alma encarnada procurando su desarrollo, sometida a situaciones asociadas a su proceso evolutivo.

Solo cuando nos alejamos de la mente, de lo correcto y lo incorrecto, de los juicios, las críticas y solo vemos con los ojos del corazón, se hace posible aceptar. Solo cuando nos desligamos de patrones preestablecidos y el “deber ser” es cuando podemos ver las cosas tal y como son, sin que eso genere en nosotros tormento, rechazo o sufrimiento.