sábado, 21 de julio de 2012

La paradoja de Abilene


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En una calurosa tarde, una familia se encuentra jugando cartas en la terraza. El jefe de familia cree que deberían salir -no porque él quiera, sino porque cree que a los demás les gustaría- así que propone un viaje a Abilene.
Su esposa, de inmediato, responde diciendo que es una gran idea. El suegro, a pesar de que sabe que el camino es largo, piensa que mostrar desacuerdo iría contra la tendencia del grupo y acepta ir al viaje. La suegra, dadas las circunstancias, responde de inmediato: “Por supuesto, no he ido a Abilene en mucho tiempo”.
En efecto, el viaje es largo y caluroso, y cuando llegan a Abilene, la comida es en extremo desagradable.
Cuando regresan a casa, el esposo dice, de manera mentirosa: “Fue un buen viaje, ¿no?”, y la suegra responde que en realidad no quería ir, pero que aceptó porque el resto del grupo estaba emocionado. Pronto, descubren que los cuatro habían aceptado hacer el viaje por la misma razón y, en realidad, todos fueron a un viaje al que ninguno quería ir.
El texto de arriba es el enunciado de la paradoja de Abilene, una narración propuesta por Jerry Harvey, de la Universidad George Washington y que, en el mundo de la sociología y los negocios, se utiliza para darle una explicación al por qué los grupos de personas suelen tomar decisiones terribles cuando en realidad, ninguno de los miembros individuales está de acuerdo.
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Es algo conocido que en la convivencia social, una gran mayoría de nosotros estamos predispuestos a seguir las ideas y corrientes predominantes en el resto del grupo, incluso aunque en realidad no estemos de acuerdo con ellas.

Programados para seguir al grupo

Las últimas investigaciones hacen creer a los científicos que el cerebro humano está programado para cambiar su punto de vista si este no concuerda con la norma. Un experimento del Centro para la Neuroimagen Cognitiva, en Holanda, encontró que el conflicto con el grupo disparaba en el cerebro una señal de “predicción de error“, por lo que este se “reconfiguraba” para evitar problemas.
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El miedo a ser diferente podría tener una explicación en el cerebro.
Una idea del experimento era explicar por qué la gente sigue a ciertos grupos religiosos o apoya movimientos extremistas, incluso cuando sabe que están mal, como lo fue el ascenso del nazismo, por ejemplo. Y aunque los anteriores son ejemplos radicales, también explica el por qué la paradoja de Abilene funciona como funciona en grupos reducidos de personas.

¿Cómo se aplica la paradoja de Abilene en los negocios?

En el mundo de los negocios, la paradoja de Abilene es ampliamente estudiada para entender como muchos directorios de empresas suelen aprobar, de forma colectiva, decisiones terribles que los pueden llevar al fracaso.
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Representación de la paradoja descrita por Harvey.
Para comprobarlo, el profesor Jim Westphal, de la Universidad de Michigan, realizó un estudio para comprobar hasta que grado funcionaba la paradoja de Abilene en el mundo de los negocios.
Dicho lo anterior, Westphal recolectó información de 228 juntas directivas de empresas estadounidenses. Mediante diversos cuestionarios, se encontró con que la mayoría de los directivos tenían serias preocupaciones sobre las estrategias de su empresa, pero no alzaban la voz en contra de ellas. De igual forma, estos directivos subestimaban o no se detenían a pensar en el hecho de que muchos de sus colegas también se encontraban preocupados.
La paradoja de Abilene es, hasta hoy, un ejemplo fascinante de cómo nos comportamos en grupos, y es tan fascinante porque, probablemente, todos la hemos pasado alguna vez por una situación como estas.
http://www.ojocientifico.com/3821/la-paradoja-de-abilene

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