viernes, 16 de marzo de 2018

LAS ASOMBROSAS SIMILITUDES ENTRE LOS RECUENTOS DE EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE Y EL 'LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS'


LAS DESCRIPCIONES QUE HACEN LAS PERSONAS QUE HAN VIVIDO UNA EXPERIENCIA CERCANA A LA MUERTE Y LO QUE ENSEÑA EL BUDISMO TIBETANO SOBRE EL MUNDO INTERMEDIO SON SUMAMENTE PARECIDOS Y DEJAN MUCHO QUE PENSAR

El Bardo Thödol, mejor conocido como Libro tibetano de los muertos (aunque esta traducción es imprecisa), es un texto que se lee a los muertos en el  budismo tibetano con la intención de ayudarlos a navegar el mundo intermedio o bardo para que puedan lograr la liberación y no reencarnar en un lugar indeseado. El investigador Daniel Bourke ha comparado lo que se enseña en este texto, el cual es supuestamente el resultado de las experiencias de maestros budistas que recuerdan sus vidas pasadas y sus incursiones en el bardo, con las experiencias cercanas a la muerte que en los últimos años se han estudiado y de las cuales se han acumulado interesantes reportes en la literatura médica.

El Libro tibetano de los muertos es en cierta forma un manual de instrucciones para navegar el mundo intermedio, similar a las instrucciones que podría recibir alguien que quiere tener sueños lúcidos. Lo fundamental en el texto es que la persona que navega el estado liminal se dé cuenta de que lo que experimenta en este mundo intermedio o limbo es resultado de y responde a su propia mente. Padmasambhava, a quien normalmente se le atribuye el texto originalmente, señala: "¡Cuando la experiencia incierta de la realidad se presente, que pueda yo hacer a un lado todo pensamiento de miedo, terror o asombro, y que reconozca las visiones que aparecen como reflejos de mi propia conciencia". Todos los fenómenos que aparecen, como ocurre en un sueño, son las radiaciones imaginativas de la mente.

El texto, como enseñan otras tradiciones como la egipcia, sostiene que al principio el mundo que se experimenta suele moldearse de tal forma que se parece al ambiente y a los objetos que le son familiares al individuo. Una de las experiencias más documentadas de la literatura científica, la de George Ritchie, tiene paralelos en este sentido. Ritchie cuenta que cualquier pensamiento que tuviera aparecía instantáneamente, materializándose de manera expedita.

Bourke señala que existen muchos relatos de experiencias cercanas en los que las personas interactúan con seres que aparecen para confortarlos, algo así como hacerles menos terrorífica la transición con situaciones familiares. El filósofo A. J. Ayers, quien tuvo una experiencia cercana a la muerte, dice: "La primera vez que traté de cruzar el 'río' me sentí frustrado, pero la segunda vez lo logré. Fue algo extraordinario. Mis pensamientos se convirtieron en personas".

Bourke dice que un tema recurrente en las experiencias cercanas es la sensación de un incremento de inteligencia o lucidez o una agudización de los sentidos. La persona está en muerte clínica o en coma profundo, pero aun así tiene estas experiencias, que además son en extremo nítidas y significativas. En el Bardo Thödol se dice que es importante que una persona escuche el texto, porque con sólo oírlo una vez y sin comprenderlo es probable que en el estado post mortem lo recuerde, porque "la inteligencia se vuelve nueve veces más lúcida" allí. Son numerosos los casos de individuos que al tener una experiencia cercana a la muerte sienten cómo su mente se vuelve más lúcida y pueden percibir con más claridad. Esto mismo es reforzado por la sensación de que lo que se vive no es una alucinación, sino algo más real que la realidad todavía.

El almirante Sir Francis Beaufort, quien en 1795 sintió la muerte al casi ahogarse, describió la siguiente experiencia: "aunque los sentidos estaban apagados, no así la mente, la actividad parecía vigorizada, a un nivel indescriptible, puesto que el pensamiento se elevaba del pensamiento a una velocidad inconcebible". Esta es otra de las experiencias comunes, la noción de que el tiempo se comprime y se pueden experimentar instantes largos como años o eones. El doctor Eben Alexander, neurocirujano de Harvard, quien tuvo una experiencia cercana a la muerte que transformó todas sus creencias, cuenta que la claridad de su visión y sus pensamientos le hicieron pensar en "una función cerebral, no más baja, sino más alta".


Luego existen casos de personas que no podían ver u oír y que en estos estados pueden ver u oír con una novedad milagrosa. Esto es algo que el texto tibetano también afirma exactamente. El texto también señala que, en el bardo, la persona puede viajar a cualquier destino con sólo dirigir su intención. La literatura recoge el caso de una mujer llamada Lisa que, al encontrarse flotando por encima de la habitación, se preguntaba qué hacer. Sus entrevistadores señalan: "La respuesta le llegó instantáneamente. Se dio cuenta de que todo lo que necesitaba hacer era dejar que la mente le dijera a su alma a dónde moverse, y con sólo hacer esto, el alma viajaría a su destino".

Por otra parte, el psicólogo Charles Tart, estudiando experiencias de desdoblamiento o extracorporales, notó que lo más común es aparecer en un lugar en el que apenas un momento atrás habías pensado.

Tanto el texto como la literatura médica abundan en relatos de que la persona que experimenta no puede comunicarse con las personas vivas, y esto es una fuente de frustración. Incluso se ha especulado que las experiencias cercanas a la muerte podrían ser un "mecanismo evolutivo de confort" para los que mueren.

Otro tema que se repite frecuentemente es la noción de un juicio final, de una balanza en la que se ponen los actos o de una revisión de los hechos realizados durante la vida, lo que en el budismo tibetano se ha llamado "espejo de karma", episodio que a veces incluye un encuentro con el Señor de la Muerte. En los relatos modernos existen numerosas experiencias de evaluación y revisión, aunque muchas suelen ser evaluadas o revisadas solamente por el propio individuo. Se tienen experiencias típicas de "ver la película de la propia vida". En algunos casos aparecen ciertos seres como elfos o ángeles, que son los encargados en mostrar los sucesos. El anestesiólogo Goren Grip relata que en una experiencia cercana al muerte volvió a experimentar cada momento de su vida, tanto lo que él había vivido como la perspectiva de las personas a las habían afectado sus actos.

Daniel Bourke concluye que hay una completa correspondencia entre las experiencias cercanas de la muerte y el Libro tibetano de los muertos, lo cual no es una prueba de que exista una vida después de la muerte. Se podría tratar de paralelos en los estados de conciencia visionarios o místicos, donde se presenta una lógica onírica. De cualquier manera, las coincidencias son fascinantes.




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